Aprender con la derrota y avanzar…
*Miguel Ugas
De las mieles del triunfo al amargo de la derrota
El chavismo, como
corriente política, estaba acostumbrado, desde diciembre de 1998, primera
oportunidad en que el Comandante Chávez accedió a la Presidencia de la
República, a saborear las mieles del triunfo en los lances electorales; salvo
el interregno del revés recibido, en el 2006, con el referéndum de la Reforma
Constitucional, había acumulado 18 éxitos continuos hasta llegar al 6D próximo
pasado en el que sufrió la más aplastante de las derrotas en las elecciones
para la conformación de la Asamblea Nacional; ahora conoció el sabor amargo de
la derrota.
Elección esta, en la
que la derecha opositora aglutinada en la MUD, obtuvo 7.726.066 votos,
equivalentes al 58% de los sufragios, resultado que le concede 109
parlamentarios más los tres representantes indígenas que tienden a alinearse
con la oposición para un total de 112 diputados y la fuerza chavista del GPP
(PSUV y Aliados) obtuvo 5.578.834 votos, equivalentes al 41% del total de
votos, con lo cual alcanzó una representación de 55 diputados.
Con esta configuración
la derecha se garantiza las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, lo que
implica el control absoluto del Poder Legislativo, y, con ello, se dota de
acuerdo con la normativa de la CRBV, de un conjunto de facultades que le
permiten ejercer un estricto control del Ejecutivo Nacional o lo que es lo
mismo de obstaculizar la acción gubernamental; es decir, estos resultados
generan, objetivamente, una nueva compleja y comprometida situación política en
el país.
Acentuar la desestabilización
Esta oposición
venezolana, monitoreada y supeditada a círculos del poder imperialista
estadounidense, no está en condiciones
ni tiene disposición de desarrollar una política autónoma, de manera que
siendo de interés estratégico para el imperialismo el derrocamiento de la
Revolución Bolivariana, objetivo que han pretendido-desde sus inicios- por
distintos medios, por lo que ella implica tanto en el orden geopolítico, al ser
vanguardia de la integración latinoamericana, como en el orden geoestratégico, por ser nuestro país el
depositario del 28% de las reservas petrolíferas probadas del mundo, tan
vitales para la prevalencia de su hegemonía imperialista, está más que claro el
lineamiento que va a regir la actuación
opositora desde esta posición que acaba de conquistar: propender a acentuar la
desestabilización del país con miras a acelerar el desplazamiento, lo más
pronto posible, del gobierno bolivariano.
Si este objetivo lo
han pretendido, con ansias y desesperación, desde los inicios del proceso
bolivariano, sin contar con el extraordinario dispositivo que le confiere la
fuerza electoral que hoy ostentan y el clave control del Poder Legislativo, con
más razón, en estas circunstancias, para no tener dudas en cuanto a la
orientación que le van a imprimir a su ejecutoria desde el Parlamento.
Anillo de contención tiende a debilitarse
Por otra parte, el contexto
internacional, progresivamente, se le ha tornado favorable al imperialismo, a
nivel de América del Sur, el triunfo de Mauricio Macri en Argentina y la
situación, por demás, comprometida del gobierno de Dilma Rouseff en Brasil, son
indicadores concretos del repunte conservador que se cierne sobre la región, ya
apuntalado con la existencia de gobiernos pro-imperialistas en varios países
(Colombia, Perú, Paraguay, Guyana); de manera que el anillo de resistencia y
contención que se había logrado conformar, en buena medida, auspiciado por la
visión estratégica de Hugo Chávez, en los años precedentes, tiende a
debilitarse.
Es evidente que el
imperialismo se ha venido aprestando para reponer el control tradicional que ha
ejercido sobre esta parte del mundo, su patio trasero, (propósito que pasa por
deponer la posición altiva que ha mantenido la Venezuela bolivariana en los
últimos lustros): ha fortalecido su presencia militar, ya lleva alrededor de 30
bases militares instaladas en la región, muchas de ellas, como tenazas,
alrededor de Venezuela, activó su VI flota, para el Atlántico Sur, que mantuvo
enlentecida por varias décadas; distiende las relaciones con Cuba, aliado
estratégico nuestro y neutraliza, de alguna forma, las fuerzas guerrilleras de
Colombia y estimula, abruptamente, relaciones controversiales de Guyana para
con nuestro país. Para cualquier observador resulta despejado que todos estos
movimientos no son ajenos a la pretensión injerencista del imperialismo hacia
la Patria de Bolívar, máxime, si se tiene presente que este, históricamente, “no
da puntada sin dedal”.
Análisis de la derrota
Luego del impacto que
causó la derrota del 6D en la militancia chavista, se impone sobreponerse para
afrontar con entereza y eficiencia la dura etapa política que se abre a partir
del próximo 5 de enero, cuando se instale la nueva Asamblea Nacional, bajo el
dominio de la derecha opositora, hay que empinarse sobre las dificultades, como
buenos discípulos de Bolívar y Chávez, y, como tales, evitar que la derrota
política-electoral coyuntural del 6D se convierta en una derrota política
estratégica. En función del análisis planteado apelamos, metodológicamente, a
darles respuesta a varios preguntas que lucen pertinentes.
Quién nos derrotó
En primer término, aún
cuando es harto conocido que nuestro enemigo principal, como pueblo y como
nación, así como de todos los pueblos del mundo, es el imperialismo
estadounidense, es necesario preguntarnos quién o quiénes nos derrotaron, en
términos concretos, en el terreno de juego, quiénes fueron los brazos
ejecutores o agentes del monitoreo imperialista.
Pues bien, en primer
lugar el brazo económico de la burguesía local parasitaria y compañías
transnacionales que se confabularon para orquestar una guerra económica, desde
el momento mismo en que se produjo la ausencia física del comandante
Chávez y que se fue acentuando
progresivamente hasta alcanzar los niveles exasperantes de las últimas semanas
previas al 6D. Estos agentes económicos sistemáticamente boicotearon la
producción, obstaculizaron la importación de bienes elaborados y de insumos y
alteraron consciente y perversamente las cadenas de distribución; además de la
apropiación y del uso indebido de las divisas en dólares que les otorgaba el
Estado para las transacciones económicas; contando, ciertamente, muchos de
ellos con la complicidad de funcionarios gubernamentales llamados a garantizar
la cabal realización de estas actividades. A todo lo cual hay que agregarle el
contrabando de extracción hacia las zonas fronterizas y el bachaqueo en las
ciudades del país auspiciado taimadamente por gerentes de las empresas privadas
pero también por desaprensivos
funcionarios de entes estatales
que se prestaron para tan deleznables prácticas.
Ciertos economistas,
incluso, algunos de ellos, adscritos al campo bolivariano, señalan que no hubo
y no hay guerra económica, sino que la aguda situación económica planteada por la escasez de productos y el
alza desmedida de precios es consecuencia de la ausencia de oportunas medidas
económicas, cambiarias, financieras y monetarias gubernamentales y a la baja productividad del
deficiente aparato productivo nacional tanto estadal como privado que no está
en condiciones de satisfacer la creciente
demanda de bienes y servicios de
la sociedad que vendría a ser el factor
causal del desabastecimiento.
A nuestro juicio, sin
desconocer la validez de algunos de estos señalamientos que necesariamente hay
que precisar para solventarlos, lo más significativo en la crisis económica del
país, con su aguda repercusión social es la determinación imperialista de
utilizar sus agentes económicos para obstruir el normal desenvolvimiento de la
vida social y económica de los venezolanos con miras a propiciar el ambiente
favorable a sus planes desestabilizadores; basta con analizar situaciones que
se han producido en otros contextos históricos y espaciales (Guatemala 1954,
Brasil 1964, Chile 1973, Nicaragua en los años 80), para apreciar con toda
certeza la actuación preconcebida y diabólica de los círculos imperialistas
estadounidenses.
Y junto, con este
brazo económico que, a nuestro entender, fue el factor determinante en el que
se apoyó el enemigo para propinarle esta contundente derrota al pueblo
venezolano, tanto al chavista como al no chavista; está el brazo político operativo
conformado en la MUD, donde convergen alrededor de 28 organizaciones políticas
y diversas ONGes, financiados todos por agencias injerencistas estadounidenses
e instituciones de la derecha internacional; es un heterogéneo frente político, cuajado de contradicciones
internas, con dirigentes impregnados de ambiciones personales y grupales que en
los hechos se contraponen pero identificados en la idea aglutinadora de acabar
con el legado chavista y derrumbar el Proyecto Político bolivariano.
La MUD, vendría a ser
la manifestación política de una alianza social conformada por la burguesía
local parasitaria, sectores de la pequeña burguesía, en especial de medianos y
pequeños empresarios y comerciantes apuntaladores de la más descarada
especulación, capas de las clases medias, profesionales libres, profesores y
estudiantes universitarios, sectores del clero e intelectuales orgánicos de
derecha y, por supuesto, sectores del pueblo trabajador confundidos y
manipulados por la ideología burguesa expresada en una etérea e imprecisa
consigna de cambio, convertida en una especie de espejismo, cuidándose siempre
de no darle contenido programático, sencillamente, porque su programa real, de
corte neoliberal, excluyente y expoliador, es un atentado contra los intereses
de la Patria soberana y del pueblo trabajador en su conjunto.
Cómo nos derrotaron
Con una campaña
desabrida, con una ausencia total de calle, con unos candidatos prácticamente
desconocidos para los electores, con muchas cuñas en los medios de comunicación
afectos a la oposición y con una intensa actividad en las redes sociales
haciendo uso del rumor y de medias verdades, tergiversando la realidad y descalificando, sobre la base de la mentira,
la acción del gobierno.
Todo ello porque la
campaña real, no la desarrolló el brazo político sino el económico el cual
fomentó las colas, el desabastecimiento, el bachaqueo, el contrabando de
extracción, la inflación inducida y la especulación cambiaria con el dólar
paralelo y todas aquellas medidas que contribuían
a crear angustia, zozobra y desesperación en el seno del pueblo y a estimular
los antivalores del capitalismo depredador.
Además, por supuesto,
del saboteo a los servicios públicos, el estímulo a la inseguridad personal a
través de la acción criminal de paramilitares, pranes, bandas criminales, el
micro tráfico de drogas y de todo aquello que pudiese incidir negativamente en
la psiquis colectiva, incidencia que era proyectada y ampliamente difundida por
el aparato mediático que tienen a su disposición.
En esta maniobra
política jugó un papel estelar todo el despliegue que realizaron desde el
exterior utilizando a figuras de la derecha internacional y de la farándula
cuyas declaraciones y acciones destempladas eran proyectadas y reproducidas
profusamente por la industria cultural e informativa imperialista. Igualmente,
en ese mismo orden, apelaron hasta a la intromisión del propio presidente
yanqui, Barack Obama, del secretario de estado, Jhon Kerry y de otros altos
funcionarios políticos y militares estadounidenses con declaraciones
altisonantes e injerencistas sobre Venezuela que tenían y tienen el propósito
de crearle al país un expediente como estado forajido y descalificar a
connotados dirigentes políticos y gubernamentales bolivarianos, de manera de ir
montando un ambiente propicio justificador de cualquier despropósito
intervencionista. Todavía resuena en los oídos de los venezolanos el
destemplado decreto que lanzara Obama, el 9 de marzo de 2015, que catalogaba a
Venezuela como una amenaza para la seguridad y la política exterior
estadounidense y que la dirigencia de la MUD fue incapaz, siquiera
moderadamente, de rechazar.
Hemos sido objeto como
nación y como pueblo de una orquestada maniobra que abarca desde la guerra
psicológica pasando por un cerco financiero internacional, una desmedida
presión político-militar y diplomática y la baja inducida de los precios
petroleros hasta la guerra económica con el boicot programado y premeditado del
sector privado local.
De manera que visto
todo este panorama, si todavía hay personas sensatas y con sentido crítico que
mantienen dudas acerca de quién
monitoreo, orquestó, dirigió y financió, con muchos millones de dólares, la
campaña que recién acaba de terminar en Venezuela y con qué propósito, ya es
hora que vaya entendiendo que nuestro país desde hace 17 años ha estado
sometido al acoso más implacable por parte del mayor centro de poder diabólico
del mundo, instrumentado a través de sus think tank o tanques de pensamiento, y
que este acoso ha arreciado desde el
momento en que Nicolás Maduro le correspondió asumir la conducción de la
Revolución Bolivariana, a raíz de la
siembra del Comandante Chávez.
Por qué fuimos derrotados
Pero la causa de la
derrota, hay que ubicarla, también, en el ámbito interno del chavismo, en
nuestras propias falencias, fallas, errores, debilidades e inconsecuencias que
se hace imperativo detectar para poder superarlas y hacer posible la reconstitución de nuestras
fuerzas tanto política como socialmente, preservar la Revolución Chavista y
Bolivariana y retomar el camino de la victoria en esta dura etapa que le
corresponde transitar al país y a la sociedad venezolana.
Con toda humildad
asumimos que nuestras fallas están enmarcadas en el orden teórico-conceptual y
en el orden político-práctico, algunas que vienen de lejos y otras de más
reciente data; por supuesto, en esta oportunidad, sólo haremos un somero
señalamiento y recuento de las mismas, ya habrá tiempo y espacio para
profundizar en este necesario análisis.
En el orden conceptual
apuntamos que:
º Ha sido un error partir de la premisa de que
el socialismo se construye desde el Estado.
º Considerar que hay
que ir hacia la construcción del Estado Comunal en vez de forjar la sociedad
comunal.
º Mantener consecuencialmente
un tutelaje, por demás, paralizador del movimiento social y del poder popular.
º Hubo y hay inconsistencia
en el diseño y construcción del modelo económico alternativo al avasallante
sistema capitalista inhumano y depredador.
En cuanto a la práctica
política:
º No se acompañó
debidamente al pueblo en la agónica situación en que lo colocó la guerra
económica desatada por la burguesía. Los mecanismos de control y fiscalización
fallaron estruendosamente, comenzando que no se incentivó que fuese el pueblo
organizado quien rindiera esa pelea, siempre se le mantuvo y se le mantiene a
la zaga del Estado corrupto, ineficiente e incompetente para el desarrollo de
esta vital pelea.
º No se concibió una
Gran Misión Social, con el pueblo en el papel protagónico, para enfrentar la
guerra económica; los canales de distribución de los alimentos y productos
destinados para satisfacer las necesidades populares permanecieron y permanecen
bajo el control de una burocracia, en buena medida, corrompida y manida y poco
dispuesta a asumir con espíritu altruista y solidario tan importante tarea.
º El necesario y
urgente combate a la corrupción y al burocratismo, males que se han aposentado
en todo el tejido social, no ha pasado de ser un mero saludo a la bandera; y
mientras tanto los agentes de la burguesía, por definición la clase social más
corrupta y embaucadora en toda la historia del país, desarrollando una campaña
mediática y por las redes sociales denunciando la corrupción de la cual ellos
son los más grandes propiciadores.
º La soberbia y la
negligencia se ha extendido por el
cuerpo dirigencial del gobierno y del partido, especialmente, en los niveles
medios, lo cual los lleva a no cumplir
la correspondiente función de mediación entre los centros de decisión y el
militante y ciudadano de a pie.
º Se insistió en una
política asistencialista, paternalista, dispendiosa, de la dádiva por el voto,
que para nada incentiva la participación activa, consciente y creadora del
pueblo.
º La política
comunicacional no pudo ser más desacertada, se concibió y desarrolló una
campaña de carácter épico, basada en los éxitos de cuando Chávez y en el “no
volverán”, dejando a un lado las vivencias del presente y las expectativas del
futuro; no se plantearon esperanzas económicas positivas y, en consecuencia, no
se supo ni se pudo generar expectativas económicas en la población, más bien
lucíamos como incompetentes para atender la avasallante emergencia económica;
en cambio, la campaña opositora si bien se cuidó de no vislumbrar el futuro que
pretende, indudablemente, por lo sombrío que es, si insistió en relievar la
incapacidad del gobierno para superar el presente económico.
º Y, por último, por
lo pronto, habría que destacar que en el chavismo concebimos la campaña
dirigida hacia el sector propiamente chavista de la población obviando al
conjunto social, se puede decir que nos regodeamos en nosotros mismos,
omitiendo, por ejemplo, de nuestro mensaje y acción a las capas medias,
dejándolas, una vez más, y al parecer, por siempre, a merced de los hábiles
agentes manipuladores de la burguesía.
Con todo, a pesar de
estas fallas y errores se logró aglutinar una significativa fuerza electoral y
política, un importante 41% del universo de votantes, cuyo núcleo duro debe
reponerse, fortalecer la moral lo más inmediatamente posible para hacer frente
a las ingentes tareas que la nueva situación nos plantea. Empinarse sobre las
dificultades y prepararse para el
combate.
Los meses por venir
Contra todo pronóstico, el discurso de la
dirigencia de la derecha, apenas se oficializó el triunfo en las elecciones del
6D, cambió, salvo Ramos Allup, provocador de oficio, el resto bajó el nivel de
la confrontación, asumiendo un mensaje contemporizador como dejando sentir que
es el chavismo el que está enfrascado en una conducta beligerante, poco
propicia para el diálogo que reclama y necesita la sociedad venezolana para su sosiego; por ello pensamos
que en las primeras de cambio no va a forzar la barra intentando derogar las
leyes más sensibles para la población aún cuando Fedecámras y Consecomercio lo
esgriman como parte de su programa clasista. Pero posturas aparte, la
orientación definitiva que tendrá la oposición a partir del 5 de enero estará
determinada por lo que signe el imperio norteño, quien ha dado muestras más que
fehaciente de ansiar la destrucción de la
Revolución Bolivariana y lo que ella implica para los pueblos nuestroamericanos
y del mundo.
De allí, que no
debemos tener dudas en cuanto el carácter confrontacional que tendrán los meses
por venir, en los que el gobierno bolivariano y la fuerza patriótica chavista
tendrán que estar a la altura de los acontecimientos y adelantarse incluso a
los mismos. Se impone, en consecuencia, atender mejor que como ha sido hasta
ahora la guerra económica, que, seguramente la burguesía va a profundizar, en
aras de acentuar el debilitamiento del gobierno y la desestabilización de la
revolución, y hacerle frente al mismo tiempo a la guerra política
constitucional y de calle que se va a desencadenar.
Lo que no pudieron
lograr por la guarimba y la vía insurreccional pretenderán alcanzarlo en una
combinación de diferentes formas de lucha en la que ahora la acción política
para ellos adquiere mayor relevancia sin obviar la consabida acción
insurreccional. La ley de amnistía que se proponen aprobar en las primeras de
cambio será el primer detonante de la nueva etapa política y pretender forzar
la renuncia del Presidente Maduro con la presión de masas y una decisión del
Tribunal Supremo de Justicia por ellos renovado o activar el Referéndum
Revocatorio serán los gruesos pasos
subsiguientes. Está claro que vienen vientos fuertes ante los cuales hay que
mantenerse firmes, fortaleciendo la unión cívico-militar y buscando
reconstituir el amplio frente social que en su momento supo estructurar Hugo
Chávez Frías. Ahora más que nuca tiene vigencia la proclame de Chávez: UNIDAD-LUCHA-BATALLA
y VICTORIA.
El Hatillo 14 de diciembre de 2015
miguelugas@gmail.com
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