#AnaBelenMontes: 10 razones
para una batalla
Al hacerse pública la convocatoria del Comité Cubano Pro Trato Humano Para Ana
Belén Montes en octubre pasado, en tan solo
unos días lograba incorporar a su membrecía una cifra cercana a las 60
personas. Hoy, a escasos dos meses, ya son cientos los simpatizantes en 23
países. Poco a poco crecen las organizaciones solidarias en todo el mundo,
sumando personalidades de los más diversos ámbitos: científicos de primer
nivel, reconocidos escritores, activistas políticos y prominentes artistas.
Como ha escrito recientemente el coordinador de la
organización, el colega Douglas Calvo Gaínza:
“El Estado Cubano no ha intervenido en nada de esto (…) Y de pronto, vemos cómo
espontáneamente, voluntariamente, libremente, las personas de la Isla y también
cubanos emigrados, accionan en pro de una compañera presa por defender a Cuba;
y ello sin mandato estatal, sin recibir un centavo de nadie, ni tampoco una visa
para viajar a lares de súper-abundancia, o una beca en Universidades
prestigiosas, ni algún loable premio internacional por defender los Derechos
Humanos. Ni siquiera obtienen un incremento de su buena reputación (al revés…).
Sólo reciben la satisfacción ética y espiritual de cumplir la deuda moral que
tenemos todos los nacidos en este país (y reitero, todos) con la olvidada Ana Belén Montes.”[1]
¿Qué
circunstancias podrían explicar este fenómeno? ¿A qué obedece el número
creciente de personas en todo el orbe interesadas en el caso, las cuales sin
reparos, unan sus esfuerzos al naciente movimiento de solidaridad? Según
apreciamos, tales muestras pudieran responder a razones como las siguientes:
1ra. Ana Belén Montes, aún con plena
conciencia de los peligros a los que se exponía,decidió ponerlo todo en riesgo,
hasta su propia vida, movida solo por profundos y genuinos principios éticos y
morales. Según declaró en la sala del tribunal militar que la juzgó,
en 2002: “obedecí mi conciencia más que obedecer la Ley. Yo considero que la
política de nuestro Gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente
inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la Isla a defenderse
de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema
político”[2].
2da. Que Cuba se mantenga hoy con
toda su libertad y soberanía conquistadas, se debe en no poca medida a los
esfuerzos personales de esta valiente mujer. En su libro, Scott W.
Carmichael, investigador de seguridad y contrainteligencia de la DIA, agente
principal en la investigación que condujo a su detención en 2001, reconoció que
“Cuando miembros del Congreso o sus asesores necesitaban un análisis sobre
algún tema relacionado con Cuba, ella era la autora de la respuesta de la DIA
(…) En situaciones de crisis, donde se contemplara una respuesta militar
estadounidense contra Cuba, Ana Belén Montes era una de las primeras
funcionarias citadas al Pentágono, para aconsejar y apoyar a los altos
jefes.”[3]
3ra. Aunque la “gran prensa” reitere
lo contrario, Ana Belén no causó ciertamente ningún daño
directo a la seguridad nacional de Estados Unidos ni la muerte a ninguno de sus
ciudadanos. El ya citado Scott W. Carmichael, especula en varias
ocasiones sobre presuntas implicaciones y consecuencias de sus actos para esa
nación y de su presunta vinculación con la muerte del sargento Gregory A.
Fronius, de las Fuerzas Especiales del Ejército Estadounidense (US ARMY) “que
combatía en El Salvador a los insurgentes apoyados por Cuba”[4]; sin embargo,
no consta en ninguno de los documentos consultados que esto haya podido ser
probado nunca durante el juicio. En todo caso, lo que hizo fue alertar a Cuba
de los planes que contra esta nación se fraguaban desde la comunidad de
inteligencia estadounidense. Según consta en los documentos oficiales del
proceso, su delito fue el de conspiración para cometer espionaje (U.S.C. 794 a
y c) [5]
4ta. Ana Belén se mantuvo infiltrada
durante aproximadamente dieciséis (16) años en la Agencia de Inteligencia de
Defensa (DIA, por sus siglas en inglés) sin percibir a cambio ni un
solo centavo del gobierno cubano. Según el propio Carmichael, “nunca
encontramos ni una pista de que los cubanos le pagaran a Ana ningún dinero por
su espionaje, y no hay evidencia de que ella lo deseara. Además, un estilo de
vida más frugal y reducido que el de Ana Montes es difícil de imaginar” [6].
5ta. Al ser detenida y durante todo
el proceso, y posteriormente en las más crueles condiciones de encierro, sujeta
a un extremo régimen de aislamiento, imposibilitada de recibir paquetes y
visitas de amigos, hablar por teléfono, acoger periódicos, revistas, ver
televisión, ni relacionarse con otras reclusas, nunca ha
mostrado arrepentimiento por sus actos.[7] “La cárcel es uno de los
últimos lugares que nunca habría elegido para estar, pero por algunas cosas en
la vida vale la pena ir a la cárcel”, escribió en una carta a un
pariente.[8]
6ta. El derecho penal del siglo XXI
busca en todo caso reformar al prisionero, promover penas sustitutivas, luchar
contra las arbitrariedades carcelarias por medio de instituciones jurídicas
antiguas (Habeas Corpus, la VIII Enmienda en EEUU), u organismos noveles (la Organización
Mundial contra la Tortura y otros).[9] Sin embargo Ana Belén pronto cumplirá 15 años (2001-2016) en una prisión
conocida como el “Hospital del Horror”, donde las muertes en
circunstancias dudosas, como los de las reclusas Linda D’Antuono Fenton, Nicole
Vásquez y Mari Ayn Sailer, denunciadas en 2005, y “Los casos repetidos de
negligencia médica y mala conducta sexual han puesto a Carswell en la pantalla
de radar de varios grupos de reforma penitenciaria”.[10]
7ma. Además de lo expresado en la razón
anterior, serios peligros para la salud física y mental
de Ana Belén Montes lo constituyen el permanecer encerrada
junto a algunas de las reclusas más aterradoras de Estados Unidos, en una celda
de dos literas en la cárcel de mujeres de mayor seguridad de ese país. Se
incluyen entre estas una ex ama de casa que estranguló a una embarazada para
llegar a su bebé, una enfermera que provocó la muerte a cuatro pacientes con
inyecciones masivas de adrenalina, Lynette “Squeaky” Fromme, y la groupie
Charles Manson, acusada de intentar asesinar al presidente Ford.[11]
8va. Cabe a Ana Belén Montes el
mérito de constituir pionera en los intentos por
armonizar las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. En su
anteriormente citado alegato, expresó: “Mi mayor deseo sería ver que surja una
relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna
manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación
con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de
tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.”[12]
9na. De manera abierta incluso en el
desempeño de sus funciones en la DIA, manifestó unaoposición firme a las políticas
de las diferentes administraciones de su país respecto a América Latina,
especialmente en lo relativo al apoyo a la contrarrevolución antisandinista en
Nicaragua y al gobierno antipopular de El Salvador, en la década de los 80 del
pasado siglo. Carmichael expresa que “Durante su carrera Ana se especializó en
asuntos latinoamericanos con interés especial en Cuba. Trabajó como analista
principal de la DIA en El Salvador y Nicaragua desde 1986 hasta 1991, período
en el que coincidentemente ocurrió gran parte del escándalo Irán-Contras”, y
reconoce seguidamente los turbios manejos de su gobierno en el asunto: “El
Teniente Coronel Oliver North asesor militar del Consejo de Seguridad Nacional
del Presidente Reagan, vendió de forma secreta piezas de misiles Hawk
norteamericanos a Irán. Entonces utilizó encubiertamente las ganancias para apoyar
a los rebeldes llamados Contras en Nicaragua que se oponían al gobierno de
Daniel Ortega que era respaldado por Cuba.“[13]
10ma. En esta incompleta relación de
argumentos no podíamos dejar de mencionar su reconocimiento a más de
medio siglo de políticas erradas del gobierno estadounidense hacia Cuba:
“Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante
cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su
propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia. Yo no entiendo cómo
nosotros continuamos tratando de dictar… cómo Cuba debe seleccionar sus
líderes, quiénes no deben ser sus dirigentes y qué leyes son las más adecuadas
para dicha nación ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir
sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos
siglos”[14]
Con
57 años de edad actualmente, Ana Belén Montes pudiera salir en libertad tres
años antes de lo fijado en su sentencia judicial, el 1ro de julio de 2023, como
resultado del ajuste de sus antecedentes, su colaboración con las autoridades
estadounidenses y la buena conducta mostrada en la prisión, y cumplir luego 5
años más en situación de libertad condicionada.[15]
Constituye
por tanto el deber de todos los revolucionarios, de todos los amantes de la
justicia y la paz, sean cubanos o no, donde quiera que se encuentren, luchar
sin descanso y con todas sus fuerzas por lograr reducir la pena de Ana Belén
Montes mediante el indulto o al menos aliviar las extremadamente crueles
condiciones de encierro a las que se encuentra sometida.
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